Fragmento de prédica (Acuérdate de olvidar - Dante Gebel)
Dicen que el enojo es uno de los sentimientos más nobles que existe, uno puede sentir enojo por la violencia, corrupción, feminicidios y otras cosas más pero casi siempre será pasajero. El momento que el enojo perdura en el tiempo, no pasa o no se olvida inmediatamente adquiere otro matiz y se transforma en resentimiento.
Entonces el resentido es aquella persona que vive enojada por todo, el mal humor se nota en su rostro, sus palabras están cargadas de apatía y lo peor de todo es que canalizan a los demás esa emoción; y no es que el resentido elija vivir así sino que se acostumbra a vivir así.
La mayoría de las personas ni siquiera se dan cuenta que están resentidas porque el resentimiento es un inquilino que no hace bulla, nunca se lo nota y nos brinda una falsa sensación de madurez al punto de pensar que es parte de nosotros, de nuestro carácter.
¿Escucharon alguna vez decir a alguien? “Así soy yo y así me voy a morir” seguro que si incluso te diría que por mucho tiempo fue una de mis frases favoritas porque sentía que validaba mis fallas y mi mal carácter. Me obligué a creer que la gente a mi alrededor que decía amarme tenía que hacerlo incluyendo mis defectos sino su cariño no era sincero.
No es mi intensión subestimar el dolor o los motivos que transforman el enojo en resentimiento; muchas veces las historias detrás del resentimiento son muy duras e hicieron bastante daño, tanto que es normal sentir un ancla en el pasado como un recuerdo, una persona, unas palabras o un par de acciones.
Ningún dolor que se convirtió en resentimiento debería menospreciarse pero es normal que no logremos verlo con claridad porque como ya lo dije, generalmente nunca notamos que estamos enfermos porque seguimos repitiéndonos que así soy yo y así me voy morir…
Agradecimiento a:
Vannya L. Mendiola Cardozo (foto portada)
Tal cuál, incluso a veces nos enojamos cuando alguien cercano nos cuestiona alguna actitud o comportamiento, sin darnos cuenta que nos tratan de ayudar.